lunes, 9 de enero de 2012

Los nombres "des nombres"

Este artículo intenta responder a la inquietud de Guillermo: "¿Se sabe por qué o cómo [los franceses] decidieron ese bizarro sistema de numeración que para en 69 y empieza con fórmulas raras como sesenta y diez o cuatro veces veinte?"
Pero antes, un par de observaciones. En francés, bizarre tiene el sentido de "poco común, raro"; pero en español, bizarro significa "valiente". Sin embargo, el uso en español de bizarro para significar "raro" es muy habitual. Este faux ami devenido en emprunt nos muestra que la lengua se va "cocinando" con variados ingredientes sin que haya previamente una receta, es decir, sin que haya un "plan previo".
Tampoco es cierto que el sistema de numeración francés "pare" en el 69: como en español, ¡continúa con el 70! Es obvio que la frase de Guillermo se entiende si reconstruimos imaginariamente su manera de pensar: "Los números en francés siguen prácticamente la misma lógica que en español. Pero la similitud se acaba (para) en el 69. De allí en adelante, el sistema francés empieza con fórmulas raras". Ahora bien, "rara" significa en realidad que no es como en español, es decir, que no es como nosotros estamos acostumbrados a contar. Y aquí vemos que el problema está en considerar que nuestro idioma es "la norma" y los demás idiomas no son más que una traducción: existen "las cosas" y cada idioma le pone un nombre distinto. Pero ya Saussure, hace más de 100 años, enseñaba que "cheval" y "caballo" no son dos etiquetas para el mismo animal ¡sino que son dos nociones distintas!
Gracias a Guillermo que planteó la pregunta pudimos explicar en principio algo de suma importancia para los estudiantes: aprender una lengua no consiste en aprender un vocabulario sino en aprender una nueva manera de ver el mundo.
Estamos tan acostumbrados a utilizar nuestro sistema decimal que nos parece el único posible. Sin embargo, hay muchísmos otros sistemas tan eficaces y coherentes como el nuestro. No hay un sistema intrínsecamente mejor que otro de la misma manera que no hay una lengua mejor que otra. Por ejemplo, cuando vamos a comprar huevos, pedimos "una docena". Y si no quisiéramos tantos pediríamos "media docena". En este caso, no estamos utilizando "nuestro sistema decimal", de lo contrario pediríamos "doce huevos" o "seis huevos". Cuando decimos que tenemos dos semanas de vacaciones, tampoco estamos usando "nuestro sistema decimal"; de lo contrario diríamos "tenemos 14 días de vacaciones". Los relojes tampoco utilizan el sistema decimal: después del 59 ¡viene el 0! Las computadoras utilizan el sistema binario donde sólo existen los 1 y los 0. Hay distintos sistemas. Ni mejores ni peores.
¿De dónde viene nuestro sistema decimal? Se supone que del hábito de contar con los dedos de las manos. Pero nada impide utilizar también los dedos de los pies. En este caso, en lugar de un sistema en base 10, tendríamos un sistema en base 20. En lugar de 10, 20, 30, 40... contaríamos 20 (vingt), 40 (deux-vingts), 60 (trois-vingts), 80 (quatre-vingts).
Ahora bien, imaginemos que el pueblo que utiliza el sistema en base 20 es conquistado por un pueblo que utiliza un sistema en base 10. Necesariamente, entre los pobladores de uno y otro pueblo va a haber influencias cruzadas. De la misma manera que nostros adoptamos el significado de bizarre y lo hacemos propio. El resultado no es ni bueno ni malo. Sólo diferente.

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